Las consecuencias generacionales de tener «mala leche». SILM 2014

Dia Lactancia 2014
Dia Lactancia 2014

Hace mucho tiempo que reflexionaba si contar esta historia y cómo contarla, una historia que no acabé de comprender hasta que yo misma además de ser madre, amamanté a mis hijos. Fue a partir de este momento que traté de encontrar respuestas y aunque no las encontré todas… este fue el resultado:

Mi tía Trinidad debió nacer en invierno, era la tercera hija de Alejandra y A., que nació en un tiempo no sólo lejano sino enormemente difícil históricamente para su país. No hacía mucho que la Guerra había terminado y aún estaban pasando lo que se llamaron «los años del hambre». A pesar de que Alejandra dio a luz a su tercera hija cerca de los 40 aún no se planteaba ni por un momento que era demasiado mayor para parir. Aún no le decían eso de «se te va a pasar el arroz».

Trinidad nació en casa, no porque tomara su madre Alejandra aquella decisión, sino porque en aquel entonces no había otra elección. Era así y punto. Todo fue bien, un parto «natural», como los de antes, sin complicaciones.

Sin embargo, desde el momento de nacer Trinidad tuvo dificultades para amamantar, lloraba, regurgitaba y quizás, sólo quizás en nuestros días podría ser diagnosticada con reflujo o frenillo, quién sabe.

Como cualquier madre haría en su lugar, mi querida Alejandra llamó al doctor para ver que le ocurría a su bebé. En aquellos tristes tiempos llamar al doctor no estaba contemplado en la Seguridad Social porque la Seguridad Social simplemente no existía, así que era además, un esfuerzo económico enorme para una muy modesta familia.

El médico no encontró explicación médica concreta, ninguna enfermedad parecía aquejar a la pequeña Trini, lo único que dijo fue que sin duda la leche materna que recibía de Alejandra era mala, de hecho, especificó y sentenció: «Su leche señora, es demasiado amarga»… ¿la probó el buen señor? pues debe ser que así fue… aunque lo dudo.

El médico se marchó y dejó como medicamento una «harina lacteada» que Alejandra empezó a dar a la pequeña Trinidad de forma inmediata y que tenía que conseguir con la cartilla de racionamiento o en el mercado negro. En aquella época aquellas harinas lacteadas eran cualquier cosa menos nutritivas. Sin embargo, si antes la pequeña apenas mamaba, ahora comía mucho menos, si antes regurgitaba, ahora vomitaba… y aún así el médico insistió en que «se tenía que acostumbrar» y tomar aquel «alimento». No había elección la leche materna de su madre era mala.

Fuente: Flickr
Fuente: Flickr

Siempre escuché a mi abuela decir que su hija Trinidad murió de hambre, simplemente. Nunca pudo darme otra respuesta. Para mi querida abuela fue un gran dolor, como para cualquier madre perder a un hijo, por algo terriblemente dramático … el hambre! Y además cuando tu leche «es mala». Evidentemente la pequeña Trinidad no se fue de un día para otro, sino que se fue apagando, como una velita.

Trinidad llegó a mi vida mucho antes de que yo me diera cuenta porque aquel Bebé Estrella siempre estaba presente en casa de mi abuela. Siempre la buscó porque en aquella época las muertes por hambre eran tan frecuentes que ni siquiera se les ponía sepultura, mucho menos a un bebé tan pequeño. Siempre la recordó y cada día pensaba en su niña perdida y de alguna manera no se lo perdonaba.

Aquella lactancia tan amarga tuvo además otras consecuencias: Las generaciones siguientes también se colgaron el cartel de «malas leches» y ni la hija mayor de Alejandra ni su nieta mayor fueron capaces de amamantar porque «sus leches no eran lo suficientemente buenas», porque ya estaban convencidas de ello antes de dar a luz, incluso mucho antes casi de tener hijos. Porque un médico se lo había dicho a mi abuela… y las malas leches, ya lo sabemos todas: Se Heredan!

Se que la Semana Internacional de la Lactancia Materna #DiaLactancia – #SemanaLactancia es para celebrar lactancias. Pero precisamente también es para que reflexionemos sobre las consecuencias de las afirmaciones sin fundamento, los mitos y las mentiras sobre la lactancia materna, porque un alimento artificial NO las sustituya, si no es necesario o deseado. Que no nos sigan engañando con supuestas «liberaciones», que no nos hagan creer en la inutilidad del Alma Materna.

Aunque las distancias en el tiempo son grandes, las consecuencias han perdurado al menos 3 generaciones. Aún hoy pienso que el que yo misma haya amamantado a mis hijos es casi fruto de la casualidad y no de la información ni de la ayuda que tuve de ninguna matrona, ni clínica, ni curso preparatorio. Aunque los tiempos son afortunadamente diferentes, no lo olvidemos, las cosas siempre pueden cambiar a peor o a mejor, según nosotros lo transmitamos a nuestros hijos.

Las consecuencias de las sentencias médicas infundadas, los comentarios de personas sin información correcta, los falsos mitos en la lactancia materna le han hecho mucho daño no sólo al género femenino, sino a las familias, a los hijos, a los padres. Quizás ahora estamos en el camino de triunfar o por lo menos de mejorar.

He dudado mucho en contarte esta triste historia, de hecho casi no llego a publicarla. Pero en el fondo forma parte de mi propia historia y mi bebé Trinidad siempre estará en mi corazón de una manera muy especial porque así me lo transmitió mi abuela. Y espero que ella nos ayude a hacer realidad el que la Lactancia Materna sea un Triunfo para toda la Vida, para muchas más madres, bebés y familias.

Con todo mi amor, te lo dedico a ti Abuela.

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